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La Rosa Negra

La Rosa NegraEn el umbral de la casa una rosa negra.
En el cielo unos cuervos en patrulla.
Nuestro jardín multicolor perdió en un instante sus flores.
Una ausencia tan brusca sin un último beso, ni una última sonrisa.
O cariño mío, tú, cuya sonrisa calentaba mis noches a pesar de mi distancia en este mundo extranjero.
A penas llegué a casa y ya te marchas en misión, una eterna misión.
¿Debería creer que a fuerza de amarme con locura te has convertido con rapidez en mi ángel guardián en el cielo?
Si tan sólo pudiera abrazarte una última vez, hundirme el hueco de tu pecho, contemplar con locura tu sonrisa.
Te habría cantado unas canciones de cuna especiales.
Ahora debería seguir mi ilusión sola, escuchar con amargura el concierto de la lluvia sobre nuestro tejado con su estribillo: ¿por qué tan temprano?
Pero sé que en ese palacio, allá en el cielo, donde estás ahora, tu señor estará tan orgulloso de ti.
Él que te llamó sin avisarte arrancando tus brazos entrelazados con los míos.
Te llevaré en mí como un secreto oculto.
Regaré tu hogar de mis lágrimas silenciosas, de nuestra historia de amor corta pero viva eternamente.

 

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1 comentario en «La Rosa Negra»

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