Sentimientos, virtualidad y supervivencia
La incertidumbre es un estado mental emparejado al sentimiento. Ella conduce ineludiblemente a las relaciones interpersonales hacia el ámbito de la creencia. En este sentido se pronuncia Castilla [1] cuando afirma que «A menudo, en la vida de relación se anhela adquirir la certeza de que el objeto que dice amarnos nos ama realmente. Pero, cómo se puede probar que es sincero un sentimiento?«
Evidentemente los estados mentales que conforman el sentimiento permanecen – al menos de momento – en la esfera de lo subjetivo.Y no se perciben sino a través de la conducta y verbalidad del sujeto que dice sentir de una determinada manera y no de otra. En consecuencia nos obligan así a un primer acto de fe o de rechazo.
Los sentimientos vinculan a los sujetos de manera efectiva e interesada. Suponen por ambas partes una atadura afectiva y voluntaria de carácter egoista. También implican un estímulo positivo a los procesos cognitivos de selectividad y discriminación. ¿Nos gusta o nos disgusta?. ¿Nos conviene o nos perjudica?. Es decir, las viculaciones sentimentales constituyen un efectivo entrenamiento de las capacidades de singularización del entorno y contribuyen a motivarnos a desarrollar habilidades perceptivas de los factores peligrosos para la supervivencia.
En un sentido paralelo nos explica Juri [2] cómo la psicopatología del desarrollo discurre íntimamente unida a la «intersubjetividad, o sea a la interacción entre mundos subjetivos«, contribuyendo a la construcción de nuestro particular sentimiento de seguridad o socavándolo. Así pues no caben términos medios en el mundo de las relaciones sentimentales: o bien nos ayudan a levantar una sólida personalidad y mejoran su capacidad de supervivencia o, por el contrario, nos destruyen con la misma facilidad al convertirnos en inadaptados.
Ahora cabría analizar qué pasa con los nuevos escenarios sociales, donde los sentimientos descansan sobre un flujo de bits supuestamente irreales, alejados de nuestros cuerpos físicos y donde las alteraciones virtuales tenderían a ser consideradas supuestamente inocuas para nuestras personalidades reales. ¿Acaso no es de aplicación la interacción entre mundos subjetivos descrita por Juri?
Al respecto convendría tener en cuenta la opinión de Joinson [3] acerca de las consecuencias del uso de los avances técnicos sobre la conducta, exculpando a la tecnología en sí misma y responsabilizando directamente a las elecciones que los individuos hacen sobre cuándo y cómo utilizarla. Es decir, que si somos «malos virtualmente» no pensemos que dicha opción no tendrá relación con nuestra personalidad en el mundo real.
Todo lo cual llevado al terreno de los sentimientos nos viene a decir que cuando fracasamos en nuestras relaciones reales no esperemos encontrar refugio fácil en el mundo de lo virtual. Allí seguirá presente la necesidad de creer subjetivamente en nuestra pareja y de luchar junto con ella para sobrevivir a la incertidumbre de lo cotidiano.
Los sentimientos que ayudan a la supervivencia tienen las mismas raices subjetivas y de elección personal tanto en un mundo como en el otro. Finalmente, la mentira y el engaño únicamente servirán para socavar más profundamente nuestro sentimiento de seguridad y terminarán por destruirnos.
Fuentes:
[1] Castilla Del Pino, C.- [en línea] Teoría de los sentimientos. Tusquets Ed. 1ª Ed. Barcelona, 2000. [consultado: 21-09-2012] [Enlace externo]
[2] Juri, L.– [en línea] El sentimiento de seguridad es un camino del desarrollo. En Psicopatol.salud ment. 2008, 11, 43-47. [consultado: 21-09-2012] [Enlace externo]
[3] Joinson, A.- [en línea] Understanding the psichology of internet behaviour virtual worlds, real lives. Recensiones en REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN A DISTANCIA. VOL.6 N.°2. [consultado: 21-09-2012] [Enlace externo]